El uso de partículas alfa (emitidas espontáneamente por algunas sustancias) para bombardear sustancias y estudiar sus efectos, permitió descubrir que cada átomo está compuesto por un núcleo constituido por Z protones (con carga e cada uno) y N neutrones (con carga nula cada uno), alrededor del cual giran Z electrones (con carga – e cada uno).
Victor Franz Hess, en 1911, descubrió los rayos cósmicos, los que permitieron descubrir la existencia de nuevas partículas.
En 1932, Carl Anderson, observando los rastros que dejaban los rayos cósmicos en una cámara de niebla, descubre el positrón, con la misma masa que el electrón, pero con carga positiva.
En 1936, con la técnica anterior, Carl Anderson y colaboradores, descubren el muon con carga negativa y una masa intermedia entre el electrón y el protón.
En 1947, con la técnica de emulsiones para detectar rayos cósmicos, Cecil Powell descubre el pion, con una masa de aproximadamente 140 veces la del protón. Existen tres tipos de piones: el pion positivo, el negativo y el neutro.
En 1947, usando la técnica de cámara de burbujas expuesta a los rayos cósmicos en el monte Wilson, se descubre el kaón, con una masa de aproximadamente la mitad de la del protón. Existe el kaón positivo, el negativo y el neutro.
En 1947, siempre detectando la radiación cósmica, V. D. Hopper and S. Biswas descubrieron una nueva partícula, llamada barión lambda.
Las partículas que vienen del espacio exterior tienen energía mucho más elevada que las partículas de la radiactividad emitida por las sustancias terrestres.
Los detectores de radiación cósmica permitieron descubrir una serie de partículas, que se sumaron al electrón, al protón y al neutrón, para desafiar a los físicos que siempre buscan los componentes elementales de la materia.
La siguiente etapa empezó con la detección de partículas producidas en aceleradores de partículas. Esta etapa será descrita en el siguiente envío.