La muerte de un comunero peruano por bala en eventos relacionados con la minería con intervención de la policía y la muerte de 10 000 ranas gigantes por contaminación del lago Titicaca son expresiones de algo que es cada año más grave: sin voluntad de promover realmente la ciencia y tecnología, sólo atinamos a explotar los recursos naturales, casi a cualquier costo.
Para mantener esta triste realidad los gobiernos necesitan policías, militares y jueces bien pagados. Los jóvenes con vocación científica no tienen lugar. Como consecuencia, los indicadores de producción científica y tecnológica nos dejan a la zaga de países vecinos y se agravan los conflictos minero ambientales
Pareciera que los peruanos hubiéramos decidido dejarnos resbalar por donde nos lleven los gobiernos adictos a las materiales primas y que nuestras neuronas practiquen autofagia.